domingo, 17 de febrero de 2013

Descanso matinal.

La luz entraba por la ventana, la noche anterior olvidé correr la persiana. No sabía que hora era, seguramente las ocho. Acababa de amanecer. Debería estar en el instituto en media hora, pero sinceramente, la cabeza me daba vueltas, y no quería precisamente sentarme seis horas sentada en la misma mesa, rodeada de gente que me miraría raro por lo ocurrido el anterior día. Y sobretodo, no quería ver a Javier después de lo que había ocurrido ayer. Es que joder, ¿por qué me mandaba señales tan confusas? ¿Debería llamarle por haberme ido así? No sé, pero era demasiado pronto para hacer nada. Me limité a levantarme de la cama y dirigirme a la cocina. Todo seguía igual, igual de desordenado que siempre. Era un milagro que supiera donde estaban todas las cosas, pero así era. Me preparé un café calentito, y lo rematé con una pastilla para el dolor de cabeza. La botella de tequila seguía en la mesilla de noche. Apenas quedaba el culín.
*RING RING*
Mierda, ahora sonaba el teléfono. Seguramente serían los del instituto... O quizás era Javier. Di un salto hasta la mesa situada debajo del tragaluz y cogí el móvil. Era mi jefe.
 -¿Diga? - Intenté que mi voz sonara lo menos ronca posible.
-Hola Laura, soy Austin. Quería pedirte un favor, ¿podrías hacer hoy jornada completa? Amalia se ha roto una pierna y estará de baja. Quizás mañana ya haya conseguido a alguien, pero hoy no he podido hacer nada. Te contaré un plus en el sueldo.
Ajá, trabajo. Quizás eso me hiciera desconectar un poco de todo el caos que era mi mundo.
-¿Laura? ¿Sigues ahí?
-Oh, Austin. Por supuesto, ningún problema. A las once estaré allí. Adiós.
-Mil gracias Laura, hasta luego.

Trabajo, perfecto. Me dirigí corriendo a la ducha. Me encantaba notar el agua fresca limpiando mi cuerpo, cayendo sobre mi. Me enjaboné rápidamente. Miré la hora: Las nueve y media. Mierda, pensé que era más pronto. Miré el móvil: tenía una llamada perdida de Javier. De anoche. ¿Se habrá preocupado por mi? Que mono, jo. Me dí prisa en vestirme, y arreglarme.
Cuando terminé, eran las diez y media. Justo la hora del día que Javier tenía libre. Aproveché y le llamé.
*PIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII*
-¿Laura? ¿Estás bien? ¿Por qué hoy no has venido a clase? ¿Dónde estás? Voy a buscarte, necesito hablar.
DSGHNSKDGHS Estaba preocupado por mi ñkdlfghjkdfhgjdkhgjsdhgjsdghijdfhgijsdfhg
Dios, nunca había estado tan emocionada. Bueno, cuando Daniel me invitó a cenar aquella noche... No, Daniel otra vez no.
-Hola Javi. Si, estoy bien. Perdona por irme anoche así, pero...
-No Laura, perdóname a mi. Fue mi culpa, no quería que te sintieras así, en realidad yo... Yo...
-Da igual. Ya está pasado. No he ido a clase porque tengo que trabajar todo el día. Ya sabes, un imprevisto.
-¿Todo el día? Yo no doy clase a última, ¿tienes alguna hora de almuerzo? ¿Algún rato libre?
Me moría por decirle que si, pero no quería que me viera con mi "uniforme" de trabajo.
-Mmmm, no. Serán diez minutos y los dedicaré a hacer gestiones. Ya nos veremos, tengo que irme. Adiós.
-...Adiós Laura. Cuidate.
Y la tecla roja se iluminó. Los ojos, inexplicablemente, se me  llenaron se agua. No, no podía llorar. Básicamente porque no tenía motivos. Así que cogí el abrigo y el bolso, y salí de casa en dirección al trabajo.

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