martes, 25 de septiembre de 2012

Abrazos.

Javier embistió con fuerza a Daniel, apartándolo de mi. Seguramente no habría visto la pistola. O si la había visto estaba loco. El fornido profesor de filosofía inmovilizó al alumno. Se giró para mirarme. Yo, paralizada por el pánico, intentaba cubrir mi cuerpo semidesnudo. Mi cara reflejó pánico, pues Daniel consiguió librarse del peso de Javier, y desenfundó su pistola, apuntándole.
- Alto hijo de puta. Como te muevas te pego un tiro en la cabeza.
Daniel se desplazó hasta su mochila, la cogió y salió corriendo, desapareciendo entre la multitud. Pronto las pisadas se dejaron de oir. Antes de que pudiera darme cuenta, Javier estaba a mi lado, cubriéndome con su camisa.
- ¿Estás bien? ¿Laura? Respóndeme por favor. - Su voz temblaba, pero seguía siendo melodiosa.
- Sácame de aquí por favor.
Él no dudo ni un segundo. Me puso el pantalón, cargó mi mochila a sus hombros y me cogió en brazos. Salimos por la puerta, tropezándonos al jefe de estudios y al director.
- ¿Qué ha pasado? - dijo este último.
- Los alumnos podrán contártelo. Voy a ocuparme de esta jóven.
Y aunque el jefe de estudios se opuso, el director le hizo callar con tan solo una mirada.
Pronto cruzamos las puertas del instituto. Me llevó a su coche y me sentó en el asiento del coopiloto. Metió la mochila en el maletero y se sentó a mi lado. Puso la calefacción. Aunque aún fuera septiembre hacía frío, y cabe recordar que no llevaba camisa. Aún no había asimilado qué había pasado. Seguía bloqueada. Sólo sabía que no quería estar en el instituto. No quería ver nada que me recordara a Daniel. Sólo quería estar con Javier, como el día anterior.
El coche arrancó.
- ¿Estás bien? - dijo, con la voz más calmada.
- Si.
- ¿Quién era ese tipo?
- Daniel.
- ¿Quién es Daniel?
- Nadie.
- Te he sacado de allí, como me has pedido. Creo que al menos merezco saber la historia.
- Es mi exnovio. Cortamos en Marzo. Llevavamos dos años y medio. Dos años y medio llenos de mierda, de drogas y de maltratos. Mis padres le denunciaron, pisando mis opiniones. Juro vengarse. Ha pasado el verano en un reformatorio. No sabía que iba a volver al instituto. - mi voz aún temblaba.
Javier no respondió. Estaba pensado, pero no sabía el qué. Tampoco quise preguntar. Me asustaba su respuesta.
- ¿Te llevo a casa?
- No quiero ir a casa.
- ¿A dónde quieres ir entonces?

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